Con profundo pesar despedimos a Miguelito, quien durante muchos años formó parte del equipo de la Fundación Miguel Lillo, colaborando estrechamente con CERELA desde 1980.
Desempeñó tareas esenciales en el lavado de material de laboratorio, mantenimiento general y, con gran dedicación, brindó apoyo en cursos, eventos y actividades de posgrado. Lo recordaremos siempre con afecto por su calidez, su permanente disposición a ayudar y su clásico café, que acompañó tantas jornadas de trabajo y formación.
¡Gracias por tanto, Miguel!
Te llevamos en el corazón.